El Cristo de las Bernardas Recoletas

Tras una rápida pasada por las pinturas aún por identificar, me detengo esta vez ante un Cristo vivo, con la mirada implorante en dirección hacia el cielo, hacia el Padre. La imagen me resulta familiar; debo haberla visto antes, probablemente en la niñez o en la adolescencia, en el colegio, en el Oratorio o en la parroquia. Tipeo en el buscador en línea las palabras clave “pintura crucifixión Cristo vivo mirando hacia arriba” y la encuentro en la primera tanda de imágenes. Se trata del Cristo en la cruz, obra atribuida al pintor barroco español Diego Velásquez, aunque estudios más recientes ponen en duda su autoría; es también conocido como el Cristo de las Bernardas Recoletas, ya que el cuadro fue realizado para el Convento del Santísimo Sacramento de Madrid, perteneciente a dicha orden religiosa.


Fue pintado en 1631, año anterior a la realización de ese otro Cristo de Velásquez —el más sublime del arte, según el artista Santiago Mejías Blake—. Quizá el Cristo de Bernardas fue más una obra preparatoria o de estudio para la posterior, la cual por cierto transmite una mayor paz, tranquilidad, así como la belleza y divinidad de Cristo, a pesar de estar representado ya muerto, en la cruz. El de Bernardas, por el contrario, infunde más angustia y agonía; desde la composición de la imagen, en la que los brazos del crucificado forman un triángulo isósceles invertido, la inclusión de una calavera al pie de la cruz —atributo representativo de Adán—, y un rostro cargado de patetismo y teatralidad, en claro contraste con un cuerpo de Cristo más limpio, bello y menos sangriento que el resto de los que hemos apreciado en la secuencia pictórica hasta el momento.


Un detalle de la pintura me llama la atención, justo antes de continuar mi viaje. A diferencia de las crucifixiones anteriores, en esta se han utilizado cuatro clavos —uno en cada mano y uno en cada pie—, en lugar de los tradicionales tres —uno para cada mano y uno solo para ambos pies—. Resulta que esta manera de representar a Cristo en la cruz es propia de los artistas de la ciudad de Sevilla (España) durante el siglo XVII. Velásquez fue uno de estos. Aún cuando no haya consenso absoluto sobre la autoría de la obra, se acepta mayoritariamente que sí habría salido del taller de este artista.

Fuentes:
Calvo Capilla, S. (2008). Velásquez y la pintura religiosa. Claroscuro [Centro Virtual Cervantes - Rinconete]. https://cvc.cervantes.es/el_rinconete/anteriores/septiembre_08/02092008_02.htm
Córdova, C. (2022). El secreto detrás de una obra maestra. https://youtu.be/_8pSFJvYT58?si=2QvGXRB-h1-8GuFN
López Borrego, R. (2019). La iconografía de los cuatro clavos en el siglo XVII. Arte para todos. https://youtu.be/EapB0RcGn7U?si=fvVg7hPUtqSWndqd
Mejías Blake, S. (2021). Cristo crucificado: El crucificado más sublime del Arte. Historia/Arte. https://historia-arte.com/obras/cristo-crucificado
Museo del Prado. (2023). Cristo en la Cruz. https://www.museodelprado.es/coleccion/obra-de-arte/cristo-en-la-cruz/3a15ac40-f7ec-45ff-acaa-32e0b6afcd05
Wikipedia. (2023). El Cristo en la cruz (Velásquez). https://es.wikipedia.org/wiki/Cristo_en_la_cruz_(Velázquez)


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