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Mostrando las entradas de enero, 2011

Todo tiene arte

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31 de diciembre. Mientras que la mayoría deseaba que el 2010 se fuera ya, parte de mí quería que el tiempo se detuviera ahí mismo. Sabía que los primeros días del 2011 definirían los caminos por los que transitaría en los años venideros: temor al cambio —o quizás temor a crecer, como sentenciaría Kareen Flores—. Esta vez no recibí el Año Nuevo con la ilusión de siempre, con esa esperanza absurda de que todo va a ser mejor, de que este año sí se harán realidad nuestros sueños; el 2011 llegó a mí implacable, impostergable e impredecible. Quinto día Al quinto día, llegó la primera de las definiciones por encarar; para esta primera y más importante, la Ceci y yo tuvimos que ser un equipo nuevamente: prepararnos, pensar como uno solo, y entender que debíamos apoyarnos si es que uno de nosotros de derrumbaba en el momento decisivo. Sabíamos que nos esperaba un trago amargo pero necesario; sabíamos también que nos tendríamos el uno al otro a la hora de tener que tomarlo. Esa noche me sentí