PRIMA 4ever

Hace unas semanas, bajando por el ascensor del edificio Chinchón, una ex compañera de trabajo me saludó:
—¡Hola, José! De tiempo que no te veía.
—Sí, pues —le dije.
—No se te ve muy seguido por el piso —afirmó amablemente.
—Mmm... Es que ya no estoy trabajando aquí.
—¡¿No?! —exclamó sorprendida—. ¿Y desde cuándo?

"Chess", pensé inmediatamente, miré la fecha en la pantalla de mi BlackBerry: "6 de septiembre" y, sin poder evitar sonreirme a mí mismo, le respondí:
—¡Desde hace exactamente un año!

Aquel jueves por la mañana, había ido a Prima para recoger el parte de matrimonio de la Pope, sin planear, ni pensar siquiera, que precisamente 365 días atrás, había sido mi última jornada laboral en la administradora de fondos de pensiones del grupo Credicorp. 

Aunque suene estúpido, casi un mes antes de mi último día, comencé a redactar mi correo de despedida. Y es que, considerando también mi estadía en AFP UnionVida —antes de que fuera comprada por Credicorp—, fueron diez años los que le había dedicado a la empresa, así que tenía varias cosas que decir. Recuerdo que, de rato en rato durante esas cuatro semanas, iba preparando el texto del correo, puliéndolo, acomodándolo; hasta que, horas antes que irme, quedó tal como lo quería.


Y bueno, hoy, más de un año después, releo con nostalgia lo que les escribí a todas esas personas con las que compartí tanto y les dije tan poco, con el mismo cariño y respeto, a los que llegaron a convertirse en "familia" para mí, a los que dejé allá en el edificio Chinchón, y a quienes llevaré siempre en mi corazón. 

Hace poco más de diez años, tuve que escribir un correo similar a este, con menos tristeza y para menos destinatarios, pero con una mayor incertidumbre acerca de lo que me depararía la vida.

En todo este tiempo, han pasado por mi bandeja un sinnúmero de correos de despedida; y cada vez pensaba —tan solo por un momento—cuándo tendría yo que escribir uno y cómo lo escribiría. Pensaba que, en primer lugar, comentaría lo que me dijo alguien hace un tiempo atrás: que en la adultez, el trabajo es tu segundo hogar; que pasas más horas con tus compañeros, que con tu propia familia. Y sí que tenía razón. Gracias a Dios, he tenido mucha suerte con esos “segundos hogares”; pero debo confesar que hoy dejo el mejor que me ha tocado hasta ahora.

¿Qué es una década en la vida de alguien? En mi caso: mi segundo hijo, los estudios universitarios, mi incursión en la blogósfera, emprender la maestría, viajes, muchas fotos; pero pensando en mi “segundo hogar”: un proyecto de tres años casi viviendo en el Centro de Lima, una fusión, nuevos proyectos, un cambio de área, más retos dentro de la empresa, pero sobre todo, el haber podido trabajar al lado de tantos buenos profesionales y a la vez maravillosas personas. Tengo que darles las gracias a todos ellos —a todos ustedes—. Y particularmente, quiero agradecer a quienes fueron mis jefes a lo largo de estos diez años: a Nancy, a Walter, a Jorge, a Gabriel y a Mónica; porque de ellos he aprendido tanto y porque no solo me brindaron su confianza, sino principalmente, su amistad.

Encontré en un blog la frase con la quiero cerrar mi correo de despedida —la que mejor expresa lo que siento en estos momentos—; es del Che Guevara, extraída de sus Diarios: "¿Qué es lo que se pierde al cruzar una frontera?, cada momento parece partido en dos, melancolía por lo que queda atrás y por otro lado, todo el entusiasmo por entrar en tierras nuevas".

Para ustedes, mis queridos amigos… les deseo de todo corazón… felicidad y éxitos.


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Comentarios

Jade McFly dijo…
Grande José! Siempre con las palabras exactas para describir los sentimientos, las emociones, los finales felices y las continuaciones de vida, esas nuevas experiencias que nos hacen mejores personas. Muchos cariños!!

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