El árbol en la pradera
Había una vez un árbol frondoso que crecía en la pradera; y que, como muchos otros, daba sombra a quienes descansaban debajo de sus ramas. Ése era su propósito. Sin embargo por aquellos días simplemente se sentía vacío y solo.
Una mañana el canto de unos pájaros le despertó. Las pequeñas aves se habían posado sobre una de las ramas, y habían empezado a trinar una melodía que le resultó familiar. Aunque la había escuchado antes, el árbol se sintió contento al oirla esta vez.
De pronto, otros pájaros comenzaron a aparecer en sus ramas. Se sorprendió mucho al ver cómo llegaban, y se dio cuenta que eran muchos en verdad. Algunos pájaros venían desde lejanos países, desde otros continentes, otros desde bosques cercanos. Poco a poco los iba reconociendo. Hacía mucho que no había visto a varios de ellos, y le dio gusto volver a verlos. A medida que pasaba el día, las ramas del árbol se iban llenando más y más.
Uno de los pájaros le trajo en su pico un mensaje desde un bosque lejano: "La vida no se vive por las veces que respiras, sino por los momentos que te dejan sin aliento". Y este momento era uno de esos.
El árbol frondoso que crecía en la pradera comprendió que no estaba tan solo como pensaba. Y al verse tan lleno de pájaros en sus ramas, sintió que era bueno. Comprendió que su propósito no era tan solo dar sombra a quienes descansaban debajo de sus ramas, sino también dar cobijo a los pequeños pájaros en tránsito por los aires, del Este al Oeste y del Norte al Sur.
Una mañana el canto de unos pájaros le despertó. Las pequeñas aves se habían posado sobre una de las ramas, y habían empezado a trinar una melodía que le resultó familiar. Aunque la había escuchado antes, el árbol se sintió contento al oirla esta vez.
De pronto, otros pájaros comenzaron a aparecer en sus ramas. Se sorprendió mucho al ver cómo llegaban, y se dio cuenta que eran muchos en verdad. Algunos pájaros venían desde lejanos países, desde otros continentes, otros desde bosques cercanos. Poco a poco los iba reconociendo. Hacía mucho que no había visto a varios de ellos, y le dio gusto volver a verlos. A medida que pasaba el día, las ramas del árbol se iban llenando más y más.
Uno de los pájaros le trajo en su pico un mensaje desde un bosque lejano: "La vida no se vive por las veces que respiras, sino por los momentos que te dejan sin aliento". Y este momento era uno de esos.
El árbol frondoso que crecía en la pradera comprendió que no estaba tan solo como pensaba. Y al verse tan lleno de pájaros en sus ramas, sintió que era bueno. Comprendió que su propósito no era tan solo dar sombra a quienes descansaban debajo de sus ramas, sino también dar cobijo a los pequeños pájaros en tránsito por los aires, del Este al Oeste y del Norte al Sur.
Comentarios
Saludos y besos desde la otra bitácora. Se feliz.
Lindos tus posts !!
Susana