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Todo tiene arte

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31 de diciembre. Mientras que la mayoría deseaba que el 2010 se fuera ya, parte de mí quería que el tiempo se detuviera ahí mismo. Sabía que los primeros días del 2011 definirían los caminos por los que transitaría en los años venideros: temor al cambio —o quizás temor a crecer, como sentenciaría Kareen Flores—. Esta vez no recibí el Año Nuevo con la ilusión de siempre, con esa esperanza absurda de que todo va a ser mejor, de que este año sí se harán realidad nuestros sueños; el 2011 llegó a mí implacable, impostergable e impredecible. Quinto día Al quinto día, llegó la primera de las definiciones por encarar; para esta primera y más importante, la Ceci y yo tuvimos que ser un equipo nuevamente: prepararnos, pensar como uno solo, y entender que debíamos apoyarnos si es que uno de nosotros de derrumbaba en el momento decisivo. Sabíamos que nos esperaba un trago amargo pero necesario; sabíamos también que nos tendríamos el uno al otro a la hora de tener que tomarlo. Esa noche me sentí...

El balsero de Belén

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Era nuestro último día en Iquitos y aun no nos atrevíamos a visitar el barrio de Belén. Practicamente desde que bajamos del avión, nos dijeron que allí había que tener cuidado, que no se podía ir más allá de las cinco de la tarde, que no era recomendable ir con cámaras, celulares, alhajas ni nada que pudiese llamar la atención. Nos advirtieron que la Venecia peruana era el distrito más pobre y más peligroso de la Amazonía. Eran las diez de la mañana cuando paramos un mototaxi: —Al Mercado de Belén, por favor. El día estaba gris y así también nuestros ánimos. Valeria y yo íbamos algo preocupados, sentados en el pequeño motorizado que nos llevaba hacia nuestro destino: el mercado se encuentra en la zona alta del barrio de Belén, a unas diez cuadras de la plaza mayor de la ciudad. Mi hija de diez años estaba entusiasmada por ver qué animales selváticos se vendían allí; en lo que a mí respecta, quería conocer la zona baja, con sus casas flotantes sobre el río Itaya. Aunque no lo decía...

Amor en el kindergarten

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En un post anterior —acerca de mi pueril fanatismo por la agrupación española Parchís— mencioné a mi segundo amor platónico: Yolanda Ventura (la ficha amarilla), dejando abierta la pregunta ¿cuál fue el primero? La presente nota pretende regresar en el tiempo, casi tres décadas, en su búsqueda; bajo riesgo de no querer volver más a mi presente. 2010 Hace un par de semanas, mientras saboreaba ese nuevo vicio llamado Facebook, me topé con una fotografía en la que aparecía yo, a los cuatro años de edad, con otros niños en la que parecía ser una actuación del nido¹. Gratamente sorprendido, agregué a la propietaria de la foto, a quien no lograba ubicar —no estaba etiquetada—, pero que asumía habría sido alguna compañerita del salón, allá por fines de los ochenta. Para salir de la duda, dejé un comentario preguntándole cuál de las niñas era ella. Al día siguiente recibí la respuesta. Cuando la leí, sentí un cosquilleo en el hipocampo y un ¿será posible que...? cruzó por mi mente. Miraba...

Money for nothing and chicks for free

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Verano de 1986, sábado por la noche. Pablito (13) y yo (11) teníamos la misión de grabar el ranking "La Más Mejor del 85" —denominación burlesca alusiva a los rankings de las dos radios rockeras más importantes de Lima por aquella época ("La Mejor Mejor" de Studio 92 y "La Más Más" de Panamericana)—. Mi primo había planeado esto durante dos semanas, con el único fin de llevar al primer lugar un tema de la banda Dire Straits: Money for nothing . Pablito —o Pablo, como ya quería que lo llamasen— conocía, mucho más que yo, acerca de las bandas de rock, de sus vocalistas y músicos, de sus álbumes y canciones; era un asiduo televidente de programas de rock, como "Disco Club" y "Top Rock"; y cuando me propuso grabar el ranking, acepté sin titubear: yo sería el locutor y mi primo, el director. Tenía en su casa un equipo de música; y había conseguido el micrófono y la cinta (casete), diseñado el formato y secuencia del programa, y hasta e...

El papatocco de mi madre

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Recuerdo que, durante mi niñez, una de las cosas que hacían feliz a mi padre era que mi madre preparara papatocco (léase "papatojo"). Este plato regional es, hasta el día de hoy, uno de sus favoritos; pero adicionalmente, el papatocco era sinónimo de reunión familiar, ya que también implicaba que sus hermanos, los Garay Vallenas, vendrían a almorzar a la casa: talvez allí radicaba el orígen de su felicidad. Hace poco mi padre me contó que uno de sus amigos abanquinos, radicado en Lima, le había pedido la receta del papatocco . En ese momento, recordé que nunca lo comíamos en restaurantes, clubes departamentales o en festividades regionales —solo se comía papatocco en casa de algún familiar—. Así fue como me entró la curiosidad y, en primer lugar, traté de buscar información en Internet acerca de este plato: ¡cero resultados!  Papatocco servido en la mesa familiar  Me pareció que esto no podía quedar así, y entonces pensé en publicar la receta. Le pedí a mi madre...

Nauta

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Soy peruana; nacida en la Selva del Perú, donde el Ucayali se une con el Marañón para formar el río más largo y caudaloso del planeta: el Amazonas. Tengo ocho meses de edad y a pesar de eso, mi historia es similar a la de cientos como yo, capturados vivos para ser vendidos a centros de recreación turística o muertos por nuestra carne y grasa. ¿La razón? Pues soy el mamífero acuático más grande por estos lares. Mi nombre es Nauta y soy un manatí amazónico. Trichechus inunguis es el nombre científico con que se conoce a los de mi especie. Llegamos a medir hasta tres metros de largo, somos bastante dóciles y, por nuestro tamaño y volumen, también nos llaman "vacas marinas". Por si no lo había dicho antes, estamos en la Lista Roja , es decir, somos una especie en peligro de extinción. Al menos tuve suerte ¿Han oído eso de que "el pez por la boca muere"? Pues creo que también el manatí. Para empezar, somos los únicos mamíferos acuáticos totalmente herbívoros. Nuest...

Al infinito y más allá

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¿Qué pasaría si los juguetes pensaran, hablaran y se movieran como nosotros? Estoy seguro de que a más de uno se le pasó por la mente esta pregunta y fantaseó más de una vez con esa posibilidad. Precisamente esta fue la idea fundamental que en 1991 llevó al equipo de escritores de Disney y Pixar, dirigido por John Lasseter, a crear una historia maravillosa llamada Toy Story . Por estos días, se acaba de estrenar en todo el mundo la tercera parte de la saga; y el domingo pasado fuimos a verla con los "Chico' Locos". Toy Story 3 era, para mis hijos, la película más esperada del año; aunque debo confesar que yo también estaba emocionado por verla. Cuando terminó la pelicula, todos salimos más que satisfechos. Sin duda, un cierre con broche de oro. Quince años atrás... Allá por 1995, en Lima no había Cineplanet, Cinemark ni Multicines UVK: habían casas de alquiler de videos (VHS) y una que otra sala de cine de poca monta. Por aquellos días Alfredo y yo éramos mejores amigos,...