Huancayo: Nuestro trayecto al abra Huaytapallana

Tras desayunar en el Mercado Modelo y reunirnos con el grupo del tour en la plaza Huamanmarca, llegó el momento de subir al minibús.

Ni bien arrancó la movilidad, el hombre que iba al frente se presentó como Edward Gonzales, el guía del tour, y nos dio la bienvenida a la «Incontrastable Ciudad» de Huancayo. Hacía mucho que no oía mencionar ese título, que recuerda el coraje y la rebeldía de los huancaínos durante la lucha por la independencia del Perú. Mientras lo escuchaba, pensaba en lo curioso que resulta cómo tantas veces —muchas, en realidad— pasamos por alto a quiénes les confiamos nuestra integridad, incluso nuestra propia vida: por exceso de confianza, ceguera voluntaria o una comprensión pobre, cuando no nula, de nuestro entorno y sus peligros. Aquella fría mañana en Huancayo, mi querido Marcelo, sin pensarlo siquiera, nos habíamos puesto en las manos de dos personas totalmente desconocidas: el guía y el chofer del vehículo. Gracias a Dios, caímos en buenas manos. 

Luego de su saludo, Edward invitó a todos a presentarse; al terminar, confirmé lo que ya sospechaba: eras el único niño del grupo. Una ligerísima corriente eléctrica me recorrió el cuerpo en ese momento. Pero te miré, y en tus ojos advertí tal curiosidad y determinación que cualquier temor en mí se disipó de inmediato. Ahí, en silencio, empezó tu propia travesía.

El viaje duró unas dos horas, pero el guía supo hacerlo interesante —al menos lo fue para mí—. Primero nos habló sobre la importancia del valle del río Mantaro para la región; nos contó sobre su gente, sus festividades y por qué se consideraba a Huancayo como la ciudad más feliz del Perú (en 2015, el investigador peruano Jorge Yamamoto  desarrolló un análisis al respecto). Luego se tomó un buen tiempo para explicarnos tanto el origen geológico del nevado Huaytapallana como las historias mitológicas que, desde las creencias ancestrales, explican la formación de todas estas montañas; muchas de ellas aparecen recogidas en Dioses y hombres de Huarochirí, el célebre manuscrito del siglo XVII.

Llegamos. Revisé el celular: estábamos a 4,570 m s. n. m. El paisaje andino era hermoso e imponente. A unos pasos, nos recibió un letrero enorme: «Abra Huaytapallana».

[...continuará]

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