Cuidado con lo que deseas
Sucede algo particular con los refranes, los adagios y las frases proverbiales en general: las damos por ciertas con dudosa validez, hasta que nos toca vivirlas. Desde las clásicas sentencias "Dime con quién andas y te diré quien eres" y "En boca cerrada, no entran moscas", hasta las máximas proletarias "Al que madruga, Dios le ayuda" y "A Dios rogando y con el mazo dando"; desde la niñez y a lo largo de nuestra vida, cotidianamente se nos nutre de sabiduría ancestral, la que hacemos nuestra cuando ya es, muchas veces, demasiado tarde.
A la mitad del camino de mi vida —como diría Dante Alighieri—, un viejo proverbio chino estaba en la lista de frases que no hacían ningún sentido para mí; es el que dice "Ten cuidado con lo que deseas, porque es posible que se cumpla". No obstante, el 2012 fue un año intenso, trascendental y decisivo; también fue el año en que me tocó —quizás sin merecerlo— vivir el antiguo adagio y hacerlo mío, a todo riesgo.
Durante mis años de negación y escepticismo romántico, mientras me burlaba de aquellas personas embriagadas de amor, crédulas e ingenuas víctimas de una (según yo) utopía psico-social, quizás lo que anhelaba, en el fondo, era volver a sentir eso mismo.
Recuerdo, incluso, que esa coraza protectora que me había auto-impuesto se quebrantaba al ver, en la calle, una escena tan simple y tan poderosa a la vez: una pareja caminando tomada de las manos. Era como kriptonita para Superman. Me quedaba paralizado, mirando con envidia sus dedos entrelazados, alejándose. En esos momentos, deseaba tener la oportunidad de estar así de embriagado, de poder entregar así el corazón, de volver a sentirlo latir.
Y fue así que, con el tiempo, el antiguo adagio hizo su parte.
Hoy, con las heridas sanadas y sediento de esperanza, heme aquí, ansioso de andar por este nuevo camino que el cosmos ha puesto delante mío, pero con el temor de no estar preparado todavía para afrontar los obstáculos que vendrán; de no haber aprendido aún de mis propios errores; de no estar, finalmente, a la altura de las circunstancias. "Ten cuidado con lo que deseas", advierte el viejo proverbio chino, y lo que hoy deseo, con todo el corazón, es la sabiduría que se necesita para hacer las cosas bien, esta vez.
Confucio, filósofo chino |
Durante mis años de negación y escepticismo romántico, mientras me burlaba de aquellas personas embriagadas de amor, crédulas e ingenuas víctimas de una (según yo) utopía psico-social, quizás lo que anhelaba, en el fondo, era volver a sentir eso mismo.
Recuerdo, incluso, que esa coraza protectora que me había auto-impuesto se quebrantaba al ver, en la calle, una escena tan simple y tan poderosa a la vez: una pareja caminando tomada de las manos. Era como kriptonita para Superman. Me quedaba paralizado, mirando con envidia sus dedos entrelazados, alejándose. En esos momentos, deseaba tener la oportunidad de estar así de embriagado, de poder entregar así el corazón, de volver a sentirlo latir.
Y fue así que, con el tiempo, el antiguo adagio hizo su parte.
Hoy, con las heridas sanadas y sediento de esperanza, heme aquí, ansioso de andar por este nuevo camino que el cosmos ha puesto delante mío, pero con el temor de no estar preparado todavía para afrontar los obstáculos que vendrán; de no haber aprendido aún de mis propios errores; de no estar, finalmente, a la altura de las circunstancias. "Ten cuidado con lo que deseas", advierte el viejo proverbio chino, y lo que hoy deseo, con todo el corazón, es la sabiduría que se necesita para hacer las cosas bien, esta vez.
Comentarios
Es una frase hecha pero es verdad, "ALL YOU NEED IS LOVE"
Saludos desde Argentina!