"El primer milagro" rises!

Y así, mi primera aventura literaria da sus primeros frutos. En el 2007 nació la iniciativa de narrar un cuento para niños; y poco a poco, el contexto, la trama y los personajes fueron tomando forma. Hace casi un año, el proyecto quedó completo cuando terminé de editarlo y registrarlo en Indecopi. Este mes, luego de haber cerrado algunos pendientes —académicos, básicamente—, me decidí por encontrar la manera más conveniente (económica) de publicarlo.

Por un lado, gracias al brasileño Eduardo Goncalves, aproveché las bondades del sitio Blogger.com para publicar el cuento online: http://elprimermilagro.blogspot.com. Y por otro, mi compañero de trabajo, Diego Escalante, me hizo ver la luz: Kindle Amazon Publishing, una plataforma web para la publicación (y venta) de libros electrónicos (e-books) para Kindle, el dispositivo portátil de Amazon.com, que permite comprar, almacenar y leer libros. El cuento ya está disponible para la compra aquí.

Y claro... ¿qué sería de un cuento (o libro) sin un resumen en la cubierta posterior? Pues M me ayudó a preparar uno muy lindo, y aquí os lo comparto:

El primer milagro es un cuento para niños que nos llena de emoción y ternura con cada capítulo. Jacob es el protagonista del relato: un niño curioso, hijo de un humilde pastor, pero sumergido en una profunda tristeza a causa de la pérdida de su madre. Una mañana su padre le sorprende con un regalo: un pequeño borrico que se convertirá en su mejor amigo y todo un personaje en el pueblo.

Vive las aventuras de Jacob y su burrito, comparte con ellos sus alegrías y tristezas, y sé testigo del acontecimiento que devolverá la fe y la esperanza a toda la humanidad.

Y tal como empezó este post, esta primera aventura literaria está dando sus primeros frutos: sobre todo, la satisfacción personal de haber logrado darle forma concreta a una idea en mi cabeza, de haberme podido expresar (y expresarle al mundo) mi visión sobre algunos misterios de la vida, y de cumplir uno de los sueños de mi propia niñez —de esos que me motivaban a tipear fantasías, hora tras hora, en la vieja máquina de escribir de mi madre—.