De "jarrón grande" a aríbalo
El sábado pasado —día previo a las elecciones presidenciales en el Perú— por la noche, fuimos a ver la exhibición de las piezas arqueológicas de Machu Picchu, devueltas por la universidad de Yale como parte del proyecto conjunto del Centro Internacional para el Estudio de Machu Picchu y la Cultura Inca entre la mencionada universidad norteamericana y la Universidad Nacional de San Antonio Abad del Cusco.
El jarrón grande
Para mí —en realidad, también para la Ceci y los "Chicos Locos"— era la primera vez que pisaba Palacio de Gobierno; lo cual le daba un plus a la visita. Durante el recorrido, una especie de "jarrón grande" llamó mi atención. Le tomé algunas fotografías con el celular; la que más me gustó es esta:
El aríbalo
Al día siguiente en la mañana, el "Chico Loco" subió a mi cuarto con su libro de texto del curso de Personal Social —él mismo lo cuenta en su blog—; y me despertó para compartir conmigo algo que había descubierto: el "jarrón grande" se llamaba aríbalo.
Según su texto, el aríbalo "era una botella que podía tener hasta un metro y medio de alto. Los más grandes servían para almacenar líquidos como la chicha". Tenía un par de "asas por donde pasaba una soga para cargar el aríbalo sobre la espalda" y una "base en punta para clavarlo en el suelo y darle estabilidad".
Fue una curiosa sensación la que sentí en ese momento: habíamos visto con nuestros propios ojos un objeto de casi seis cientos años de antigüedad, digno de ser explicado en un libro y nada más ni nada menos que en el Palacio de Gobierno. Es probable que nunca me olvide qué es un aríbalo; y probablemente, mi hijo tampoco.
Fue una curiosa sensación la que sentí en ese momento: habíamos visto con nuestros propios ojos un objeto de casi seis cientos años de antigüedad, digno de ser explicado en un libro y nada más ni nada menos que en el Palacio de Gobierno. Es probable que nunca me olvide qué es un aríbalo; y probablemente, mi hijo tampoco.
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