Todo tiene arte

31 de diciembre. Mientras que la mayoría deseaba que el 2010 se fuera ya, parte de mí quería que el tiempo se detuviera ahí mismo. Sabía que los primeros días del 2011 definirían los caminos por los que transitaría en los años venideros: temor al cambio —o quizás temor a crecer, como sentenciaría Kareen Flores—. Esta vez no recibí el Año Nuevo con la ilusión de siempre, con esa esperanza absurda de que todo va a ser mejor, de que este año sí se harán realidad nuestros sueños; el 2011 llegó a mí implacable, impostergable e impredecible.

Quinto día

Al quinto día, llegó la primera de las definiciones por encarar; para esta primera y más importante, la Ceci y yo tuvimos que ser un equipo nuevamente: prepararnos, pensar como uno solo, y entender que debíamos apoyarnos si es que uno de nosotros de derrumbaba en el momento decisivo. Sabíamos que nos esperaba un trago amargo pero necesario; sabíamos también que nos tendríamos el uno al otro a la hora de tener que tomarlo.

Esa noche me sentía triste por todo aquello y, aunque era un poco tarde, decidí ir a visitar a un viejo amigo por su cumpleaños. Lo había llamado por la tarde para saludarlo; y me invitó a caerle por la noche en su departamento. Se había casado recientemente y la verdad es que no lo veía desde hace mucho tiempo, más del que hubiera querido. Sentí la necesidad de ver un rostro del pasado, de épocas menos complicadas; así que fui.

Cuando llegué me recibieron varios rostros conocidos: su hermana, su hermano —mi compañero de promoción del colegio—, sus papás; y claro, estaban también ahí amigos suyos que no conocía. Lo saludé con un fuerte abrazo, me presentó a su esposa y me integré, con el carisma que me caracteriza, a la bonita reunión por el onomástico.

Robocop

Allá por fines de los noventa, cuando Kike Gómez me dijo que su hermano menor podía ser el tecladista de nuestra banda de rock, le dije que era una buena idea, así que fuimos a buscarlo. Nosotros estábamos en 5.° de secundaria y Álvaro, en 3.°. Apenas lo vi, se me vinieron imágenes en flashback de la película de 1987 dirigida por Paul Verhoeven. A pesar de no haberlo tratado mucho, exclamé: —¡Robocop! —Burlesca pero cariñosa referencia a las piezas metálicas recién instaladas en su dentadura, léase brackets—.

Con el tiempo, Álvaro y yo nos hicimos buenos amigos, incluso después del colegio. La pasábamos bien haciendo música con la banda, componiendo canciones, haciendo videos caseros, yendo a los quinceañeros; hasta que llegó la universidad, luego el trabajo, y así, llegaron nuevos grupos de amigos. Sin quererlo, nos dejamos de ver.

Descuadre mental

De regreso a la reunión del onomástico, luego de un par de horas, me percaté de que en la sala habían dos estuches de guitarra. Le pregunté por qué tenía dos instrumentos; y me contó que su esposa y él estaban recibiendo clases particulares, incluso desde antes de casarse. Me causó curiosidad y le pedí que me contara más. Me habló acerca de habilidad que quería desarrollar con la guitarra —así como yo, Álvaro sabía acompañar(se), mas no puntear—; me contó acerca del método que utilizaba el instructor, y que les había ayudado mucho el tener una meta, un objetivo que alcanzar.

—¿Y cómo es eso? —le pregunté más curioso aun.
—Bueno, un par de meses antes de la boda, yo tenía en mente una canción, la música de la canción. Se la toqué al instructor y le gustó. Con Ali nos pusimos como meta ponerle la letra, hacerle los arreglos musicales, practicarla y cantarla el día de nuestra boda.
—¡El día la boda! ¡Cantarla! ¡Los dos! —Me quedé mudo de la sorpresa; tan solo escuchaba.
—Y ya pues—continuó entusiasmado—: le pusimos la letra, el instructor nos ayudó con los arreglos, nos la aprendimos bien, y el día de la boda, la cantamos en frente de todos.


En este punto de la conversación, sentía que algo no cuadraba dentro de mi mente hoy parametrizada por las formas socialmente aceptadas, por la etiqueta que he ido adoptando con el pasar de los años; de arranque, me decía a mí mismo que jamás haría algo parecido —¿o acaso que jamás me atrevería?—. Mientras yo pensaba esto, Álvaro se dirigió a su esposa: —¿La cantamos, Ali?

Todo tiene arte

Durante los siguientes tres minutos, Alicia y Álvaro compartieron con sus invitados su canción Todo tiene arte. A medida que iba escuchando la letra, me iba sumergiendo en ese maravilloso testimonio musical de lo que implica la unión de dos personalidades, de dos mundos; de la sublime tarea de dedicarse y entregarse el uno al otro, de enamorarse permanentemente; un testimonio de que todo ello requiere de arte, de ternura, casi de devoción. Con el acorde de cierre, todos los que estábamos allí, aplaudimos emocionados; y mientras yo lo hacía, pensaba para mí: "¡Buena, Robocop!".

Aquel quinto día del 2011, recibí el baño de optimismo que necesitaba para enfrentarme a mis temores, gracias a la genialidad de una pareja de artistas. Por alguna razón, sentí que todo se acomodaba; me embargó otra vez la esperanza absurda de que todo podía ser mejor, de que este año sí se podrían hacer realidad mis sueños. Comprendí que solo había una forma de lograrlo: haciendo las cosas con el corazón.

Comentarios

Yani dijo…
Que bonito post y que cierta esta historia querido Galileus. A veces, cuando aquello que subjetivamente entendemos por 'realidad' parece doblegarnos, encontrarnos con almas positivas nos refresca y nos renueva. Un abrazote, Yani
Gise dijo…
al leerlo recorde la boda civil de Alvali...la cancion es hermosa, tiene arte; ellos tienen arte...amor y arte......voy a llorar de nuevo...
Gise (la hermana)
a2g dijo…
Que bacán el post, mi hermano. Que bueno saber que he podido retribuirte de alguna manera el apoyo de años atrás. Como lo comenté en la reunión que haces mención, hace 18 años, un amigo me apoyo en un momento también crucial, no en el ámbito emocional más bien en el profesional, pero aún recuerdo cuándo me ayudaste a evaluar las alternativas de donde estudiar, y que si quería hacerlo en la de Lima, pues luchara por eso. Y así lo hice, afronté el temor y se los planteé a mis viejitos, quienes con gran esfuerzo me apoyaron al 100%. Este quinto día del presente año, te sorprendiste al revelar que ese amigo eras tú, y es que así, muchas veces en la vida ayudamos a nuestros amigos, y no nos damos cuenta de esa influencia positiva, que bacán no? Sobre la canción, te comento algunos detalles que pueden nutrir el post, creo que producto de la emoción del reencuentro y/o las chelas de celebración se pasaron algunos pasajes, puesto que la versión original varía un poquito. La idea de hacer una canción era la que rondaba en nuestra cabeza, más no la idea (concepto) de la canción. Ésta nació un jueves 28 de Octubre, conversando en Barranco, fuimos hilvanando palabras, frases, en un diálogo por más creativo y lúdico, donde resultaba que todo lo cotidiano tenía arte. Al día siguiente, era nuestro animesario, y luego de una cenita casera y un vinito, empecé a improvisar unos acordes, del cual salió la melodía, y en un ping pong de ‘impro’, cada uno comenzó a armar su estrofa, con estribillo incluido. Inmediatamente, transcribimos la letra y empezamos a pulirla, a reordenarla, por lo que el ‘trabajo’, que luego termináramos con el profe, fue creación colectiva. Por otro lado, cuando tuvimos la idea de hacer la canción y tocarla en nuestro matrimonio civil rodeados de nuestra familia nuclear, el objetivo era transmitir a ellos lo que sentíamos y vivíamos. Ahora, saber que dicha canción fue más allá y bañó de optimismo a un amigo tan querido, nos emociona y anima a pensar en grabarla, y compartirla, espero, en tu blog, en algún momento. Gracias nuevamente.

Entradas más populares de este blog

¿Quién le teme a Damien Thorn?

El "¿sabías que...?" de la saga de La profecía

La Leyenda de Misti Túpac