Mientras uno más uno sea dos

- ¿Y cómo te fue, hija?
- Bien, bonito. - me respondió con ese tono cortante que la caracteriza.
- ¿Estabas nerviosa? - insistí.
- Sí. Al principio, sí. Pero después el Padre me habló y yo ya no estaba tan nerviosa. Luego me dijo: "Ave María purísima". Le respondí: "Sin pecado concebida". Me dijo: "¿Cuáles son tus pecados?". Y yo se los dije.
- ¿Cómo te sentiste luego?
- Bien. El Padre me dijo que rezara un Padre Nuestro y un Ave María.
- ¿Y de ahí?
- Luego le recé a Dios, agradeciéndole que me haya perdonado. Me sentí así pues... liberada.

Esa noche, antes de dormir, no podía dejar de pensar en esa última frase. Me sentía más lejos de mi pequeña primogénita de nueve años. Por primera vez tomaba conciencia que la estaba empezando a perder. Entendía el porqué ya no quería que la abrazara y besara efusivamente en la puerta del colegio. Valeria estaba creciendo y yo no me había dado cuenta hasta esa noche, la noche del día de su Primera Confesión.

Esa noche, antes de dormir, me puse a escuchar esa canción de Paul Simon que me pone nostálgico: "Father and Daughter", cuyo coro diría en español algo así como:

Voy a observarte brillar
Voy a observarte crecer
Pintaré una señal
para que sepas siempre
que mientras uno más uno sea dos
no existirá un padre
que ame a su hija más de lo que yo te amo a tí

Comentarios

E.M.López dijo…
A veces asusta ver pasar el tiempo, amigo galileus. Pero el sentimiento hacia el cariño recibido siempre se guarda en el corazón, y de seguro que tu hija se siente feliz de tener un papá como tú y algún día os acordareis riendo de cuando no quería que la abrazaras a la puerta del colegio. Pienso que todo son etapas por las que hay que pasar.

Saludos y besos desde la otra bitácora. Me encantó leerte de nuevo.
Juank Moody dijo…
La canción que acompaña tu publicación está genial, de hecho ya escuché el disco Surprise de Paul Simon y me gustó bastante.

Y bueno, lo de tu niña es una etapa pasajera, creo que eres un gran papá y que ella te ama mucho.

Saludos Galileus, espero tu próxima publicación.
Anónimo dijo…
Es inevitable que ellos crezcan. Pero date cuenta que nunca dejan de necesitar a los padres, porque aúnque van cumpliendo años y se vuelven adultos independientes, siempre acuden a quien realmente les aman y saben que siempre estarán ahí.

En su interior no dejará de ser esa niña que tú, aún sigues viendo con ojitos tiernos, o tú has dejado de ser ese niño? no me lo creo.

Besos tiernos y dulces para ti.


** MARÍA **
Charly dijo…
Muy bonito!! Un saludote y un abrazo.
Anónimo dijo…
Miro a mi hijo de casi dos años a mi lado y me asusta tener que llegar a un momento en que sé que ya no me necesitará como ahora, que ya no podré protegerlo (en forma directa por lo menos), cuando no quiera darme un beso de esos ricos que me da ahora por que los compañeros lo están mirando, uff doy gracias por que aún me falta bastante para eso, pero con los hijos eltiempo vuela.

Saludos.-
P.S: muy pero muy lindo tu blog
Encarni dijo…
Qué lindo! Me gustó tu reflexión. Los niños crecen y aunque no nos demos cuenta, nosotros también. Me ha gustado tu blog, si me lo permites andaré por aquí de vez en cuando.

Saludos!

Entradas más populares de este blog

¿Quién le teme a Damien Thorn?

El "¿sabías que...?" de la saga de La profecía

La Leyenda de Misti Túpac