Ludwig

¿Les ha sucedido alguna vez que al escuchar una canción en la radio, de un momento a otro, sin darse cuenta, se sintieron como transportados a algún momento de su pasado? ¿Como si, por una milésima de segundo, abstraídos de su presente de manera tan real, hasta pudieron sentir el sabor, el aroma, el recuerdo de aquella etapa de su vida?

¿Acaso quedará grabada en nuestra memoria la música de fondo, algo así como un soundtrack, de los recuerdos que vamos acumulando? Pues la pista que acompañará estas últimas semanas es una pieza musical del alemán Ludwig van Beethoven (1770-1827).

Virtuoso pianista

La infancia de Ludwig, en la ciudad de Bonn, no fue del todo feliz. Su padre era alcohólico, su madre sufría de una severa enfermedad y su condición económica era precaria. Sin embargo su talento para la música, en especial para el piano, llamó la atención de sus primeros maestros.

Se sabe que tuvo una primera instrucción musical desordenada y autoritaria. Su padre se obsesionó con la idea de presentarlo como niño prodigio, tal como lo hizo el padre de Mozart algunos años atrás. Lamentablemente, el niño Beethoven tenía por delante un camino que recorrer todavía para desarrollar su genio musical.

A los 10 años Ludwig conocería a su verdadero maestro: Cristian Gottlied Neefe. En una carta que le escribiría años después, le dice: "Una vez mas os doy las gracias, por los consejos que me disteis para sobresalir en mi arte. Si algún dia triunfo, la mayor parte de mi triunfo será vuestro, porque os debo todo lo que soy...".

Genio compositor

Es en Viena, la capital de la música europea a inicios del siglo XIX, donde Beethoven se daría a conocer al mundo. Allí es donde viviría el resto de sus días - el teatro de su gloria y de su martirio. La ironía del destino hizo que Ludwig sufriese de manera progresiva la pérdida de la audición. Tal frustración e impotencia, sobretodo para una persona tan dedicada a la música, sumada a los fantasmas de su infancia y adolescencia, hicieron de él una persona de carácter muy difícil, rebelde y hasta revolucionario.

Su genial producción musical se daría a partir de los 27 años y no se detendría hasta su último suspiro, a la edad de 56 años, postrado por una extraña enfermedad abdominal, y en relativa penuria económica.

Opus 73 (Emperador)

Dedicado a su alumno, amigo y protector, el Archiduque Rudolph de Austria, el Opus 73 fue compuesto entre los años 1808 y 1809. Fue el quinto y último concierto para piano y orquesta que escribiría Beethoven, por cierto el más grande y más genial de todos. Por aquella época, la sordera del compositor de 38 años era crítica a tal punto que no pudo tocar el solo de piano en el estreno en 1811.

La versión mayormente aceptada respecto del título "Emperador", como se le conocería luego, es que cuando el concierto se tocó en Viena, un oficial francés que se encontraba en la sala exclamó: "¡Este es el emperador de todos los conciertos!". También se dice el imperial nombre fue idea de un amigo, Johann Baptist Cramer. Sin embargo lo que sí es un hecho es que ningún otro título reflejaría mejor la pujante majestuosidad de esta pieza de casi 35 minutos de duración.

Beethoven en vivo

Viernes pasado - 7:30 PM. Sentados Valeria y yo, en la mezzanine del auditorio del Colegio Santa Úrsula, emocionados por ser nuestra primera vez en un concierto con una orquesta de cámara, le contaba acerca de Beethoven. Del gran Ludwig, mi hija de ocho años solo conocía una partesita de la "Oda a la Alegría" en piano. Traté de explicarle (creo que sin mucho éxito) que las piezas que interpretaría la orquesta eran dos de sus más monumentales obras.

Se trataba de un concierto a beneficio de los damnificados a causa del último terremoto. Como si solo la música de Beethoven no fuera suficiente, Scotiabank y la Asociación Cultural Perú Clásico lograron conseguir la participación ad honórem del pianista serbio Aleksandar Serdar, quien sería acompañado por la nueva Orquesta de Cámara Ciudad de los Reyes.

El concierto inició con la Séptima Sinfonía. La orquesta estuvo magnífica. Por momentos, sentía como la música llenaba la sala y era como que invadían todo mi cuerpo el regocijo y luego la calma, luego la fuerza y luego la melancolía, terminando con un vigoroso final. Sin embargo, el plato fuerte de la noche se serviría en la segunda parte, luego del intermedio, ahora sí con Serdar en el piano.

Conectado al segundo movimiento

Desde las primeras notas del "Emperador", la interpretación fue majestuosa por parte de la orquesta. Cuando entraba el piano, me imaginaba al mismo Ludwig interpretando su magistral obra. La ejecución de Serdar fue limpia y apasionada.
Luego del primer silencio, la orquesta inició el segundo movimiento: Adagio un Poco Mosso. Una pieza romántica que me tocó de la manera más sublime. Dicen que la música te transporta al estado mental del compositor, que es una forma de hipnotismo, si es que te dejas llevar por ella. ¿Acaso Ludwig atesoraba también la misma nostalgia, tristeza y desesperanza? Me sentí conectado a esas melodías. Podía descargar en ellas mis sentimientos más profundos y más secretos.

Más tarde, mientras regresábamos a casa recordaba la frase que Beethoven le diría, en una discusión, a su protector y amigo, el príncipe Karl Lichnowsky: "Lo que eres, lo eres por un azar del nacimiento; lo que soy, me lo debo a mí mismo. Han existido y existirán millares de príncipes. Sólo hay un Beethoven".

Comentarios

La musica transporta. Y justo hoy, antes de leer tu post, puse musica clasica que me hace recordar a mi padre. El es un historiador de musica clasica y desde que tengo uso de razon o son tangos o sinfonias rarisimas como las de DVORjak que a el le gustan.
Gracias por visitar mi blog donde no solo hablo de que no me quedan los vestidos ;)
Inner Sanctum dijo…
Muchas veces me ha pasado lo que a ti, y reciéntemente posteé un vídeo que portaba una canción con una bailarina a modo de caja musical. El sentimiento... indescriptible de emoción desbordada...
Natasha dijo…
Hola Garay!!

me encantó la definición que haces del amor en mi blog, muchas gracias por el comentario. Eres Bienvenido.

Te felicito por este excelente post, aunque no soy una gran devota de la música clásica, siempre me gusta escucharla en mis momentos de relax y me gustó toda la información que nos compartes

Besitos

Nati
Anónimo dijo…


Hola!! :)
Muchas gracias por la visita...
vine a ver como esta todo por aca y me doy con este post tan bonito...


Nos estamos leyendo..

(me encantaron las fotos de los posts anteriores, yo soy fanatica de la Sierra)

Un beshote!!


Pd: Yo opino que deberias postear acerca de Parchis :P

MUA!

Daniela dijo…
Galileus...gracias por tu visita a mi blog.
Pienso que tenemos una gran capacidad para almacenar todo tipo de sensaciones, que en su momento lograron estremecer nuestra alma. Adoro la música clásica, toco piano desde pequeña.
Un abrazote.
Natasha dijo…
Hola José!!

Saludos, espero que hayas pasado un fin de semana

Besos


Naty
La Dulce Luna dijo…
Estimado José, la música nos transporta a parajes donde...el solviene desnudo bailando sobre el agua,donde el viento...se entretiene peinando las palmeras, donde las acequias...murmuran sus últimas plegarias, donde las aves...rememoran horizontes ambiguos. La música, amigo mío, es un arsenal de huellas en todos los idiomas,es...una babel inmensa gritando verdades, es...un mar que ha cancelado el vuelo de las olas. La música...es un sentimiento.
Buenas noches
Mamá de 2 dijo…
Tus visitas siempre son bienvenidas y esperadas en mi blog, desde que apareciste.

Yo tengo toda una banda sonora compuesta por pedazos de canciones y composiciones, que han ocurrido junto a mi vida, todos los años de los que tengo recuerdo. Una banda sonora, como bien lo dices, que me ha permitido saborear mejor cada momento.

La música es el arte ideal para hablar con Dios, dicen... y también con los elfos.

Beethoven, un genio rudo, monstruoso, único, ejemplar. Por supuesto, admirable. Buen provecho con el recital.

Saludos, con mucho cariño.

Por cierto, el trámite aquél salió bien :)

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