Yo 2.0

Hace 365 días yo era una persona diferente (bastante) a la que hoy escribe estas líneas, diferente en varios aspectos de mi vida. Hasta me da vergüenza. Pensar como pensaba, actuar en consecuencia, de manera tan insensata. Era irresponsable. Una persona actuando en automático, viviendo en automático, como el “tipo relativamente bueno” de Luis Enrique Ascoy. Es sorprendente, hasta da miedo, cómo las cosas se fueron dando y cómo fui cambiando este último año. Hoy cumplí 48 años y siento que soy otro, que estoy en el camino en el que debo estar; no sé si el correcto —una palabra ambiciosa, por cierto—, pero sé que simplemente recorriéndolo me siento (más) feliz, me siento mejor, y eso hace que me sienta vivo por primera vez en mucho tiempo.

Es complicado de explicar. Podría hacerlo cronológicamente, lo cual sería natural y obvio. Podría incluso narrarlo en reversa, para llegar finalmente al origen de todo —aunque ese origen resulte ser tan casual que llegue a decepcionar a muchos—. Podría ordenar los aspectos de mi vida que han sufrido cambios por su importancia o relevancia en el camino que voy recorriendo (de mayor a menor relevancia o al revés). Podría también narrar todo según me vayan viniendo a la mente estos cambios. Quizá esto último sea más auténtico, y resulte más natural aún, menos forzado. ¡Vamos por ahí!

Como me da la gana

Se me viene a la mente, primero, el taller de escritura. Es aquí donde aparecen César Bedón y Leslie Guevara. ¡Qué pareja! En realidad, los conoces y no quieres que se conviertan en una estadística más de los fracasos sentimentales. Además de tenerse el uno al otro, tienen un propósito: tienen Machucabotones, una innovadora escuela de escritura creativa. No dejo de pensar en qué pasaría si ya no estuvieran juntos. ¿Se acabaría el proyecto, su propósito? A todo esto, César tiene que haber sido (o es) locutor, orador o algo de eso: su voz es muy penetrante. Quiero preguntárselo algún día, no sé si me atreveré. Creo que ya me fui por las ramas… a ver.

Desde hacía meses que veía en redes sociales la publicidad de Machucabotones. Fuera de que el nombre de la escuela ya jalaba la vista, me llamó la atención los nombres de los talleres que ofrecían, tales como “Yo escritor”, “Escribe nomás” o el desenfadado “Como me da la gana”. Por tema de fechas y horarios, y además como para probar primero, me anoté en el último, el del nombre gracioso, el cual constaba de cinco sesiones de dos horas, uno por semana. 

En la primera sesión nomás, me hicieron escribir más de lo que había escrito en meses. Pero, más importante aún, me dieron una mirada totalmente nueva, fresca y muy coherente para el acto de escribir. “Escribir nos libera”, “Es mejor escribir sobre cosas que a uno le conciernen”, “El lector aprecia la naturalidad”, “A nadie le gusta lo artificial”, fueron las ideas que me resultaron más reveladoras —y ese era solo el comienzo—.

Pero fue en la segunda sesión donde César nos pidió que compartiéramos con el grupo qué libro nos había cambiado la vida. Mi respuesta, sin ninguna vacilación, fue la primera en aparecer en el chat: El camino del artista, de Julia Cameron. Y sobre esto tratará mi siguiente post.

[Continuará]

Comentarios

Entradas más populares de este blog

¿Quién le teme a Damien Thorn?

El "¿sabías que...?" de la saga de La profecía

La Leyenda de Misti Túpac