Kodak y la innovación disruptiva (o acaso una lección de vida)

Muy pocas veces, un artículo periodístico —sobre todo, del mundo de los negocios y las finanzas— ha logrado conectarse emocionalmente conmigo, tanto como el de Alejandra Costa del suplemento Portafolio Económico del diario El Comercio de hace algunas semanas. Al mejor estilo de The Economist o Hardvard Business Review, la periodista desarrolla el emblemático caso Kodak, captando la atención del lector, de principio a fin, gracias a un interesante mix de análisis estratégico, testimonios y opiniones encontradas, y una dosis precisa de emoción y sentimiento.
De una u otra manera, todos sabemos qué es —o qué fue— Kodak (la multinacional Eastman Kodak Company). El norteamericano George Eastman la fundó en 1888, inventando y patentando el rollo fotográfico (o rollo de película) —que sustituyó a la placa de cristal—, con lo cual consiguió poner la fotografía a disposición de las masas. Esa revolución tecnológica significó, para la industria fotográfica, una innovación disruptiva —término conceptualizado por Clayton Christensen—. En 1975, un trabajador de la misma Kodak marcó el "inicio del fin" de la compañía —que en ese momento acaparaba el 90% del mercado de rollos en Estados Unidos—: Steven Sasson inventó la cámara digital. El artículo de Alejandra Costa trata de explicar por qué esta segunda innovación disruptiva no fue aprovechada por la propia Kodak. 
A través del Twitter, logré que Alejandra me diera permiso para "ciber-perennizarlo", así que aquí lo comparto. ¡Grande, Ale!

Fuente:
Costa, A. (2013, 10 de marzo). Fotografía de un fracaso: El caso Kodak y los riesgos de la autocomplacencia. Portafolio Económico, Año-2, n.° 56, pp. 6-8.

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