Gay

Tres futuras señoritas conversaban, casi sin mirarse, mientras pintaban unas pequeñas macetas hechas de material reciclado, un sábado por la mañana en el colegio.

—Este jueves estrenan High School Musical 3 en el cine—exclamó mi hija Valeria con súbita emoción.

—Mi papá me va a llevar el domingo—respondió una de ellas.

—Pero... ¿sabían que Zac Efron es gay?—anunció otra de sus amigas, con una vocecita que parecía no combinar con la supuesta revelación.

En ese momento, yo, que me encontraba cerca, detuve mi respiración y dirigí mi oído biónico hacia donde estaban las niñas. Comencé a acercarme sutilmente hacia su mesa, como si no pasara absolutamente nada.

—Sí —continuó la futura periodista de espectáculos— ¡Es gay!

—Sí pues, es gay. —confirmó Valeria, dejándome completamente mudo ante la facilidad con que mi niña de nueve años pronunciaba esa palabrita de tres letras. Sin poder contener mi estado de frustración, me dirigí al grupo.

—A ver niñas, una preguntita: ¿Cómo es eso de que Zac Efron es gay?

—¡¡Sí!! Ya terminó con su novia... ahora es gay —me respondió la niña responsable de todo este asunto.

Obviamente, no me interesaba ahondar en la veracidad de la noticia, así que decidí hacer, según yo, una jugada maestra.

—¿Y qué significa "gay"? —pregunté con la voz más ingenua que pude.

Durante los segundos que siguieron, me comencé a preocupar por la explicación que debería darles, si me devolvían la pregunta. Me encontraba en jaque ante estas tres "jueces sin rostro". De pronto, la niña que iba a ir al cine el domingo respondió:

—Mira... gay es un hombre que quiere ser mujer o una mujer que quiere ser hombre... ¡Fácil!

Las demás niñas parecieron concordar con la explicación mientras se volvían a sus pequeñas macetas y mi rostro volvía a su color natural. Las dejé solas y me fui a caminar un rato por el colegio. Me quedé pensando en cómo algo puede ser tan complicado de explicar, por el contexto que se ha ido estructurando a lo largo de mi vida respecto de un tema —para mí, todavía tabú—; y cómo podía ser aclarado de una manera tan básica y a la vez eficaz, desde la inocente perspectiva de una niña. "En la simplicidad está la belleza", me repetía a mí mismo.