Machu Picchu y los 3 cerros

Sentado en el bus, a diez minutos de Aguas Calientes, contemplaba las gigantescas formaciones rocosas llenas de vegetación que parecían resguardar un tesoro ancestral. Me sentía ansioso por llegar a él, como si fuera mi primera vez. Y es que ésta era diferente: Machu Picchu era ahora una de las 7 Maravillas del Mundo. Este es el relato de mis tres días, desde tres cimas, alrededor de la Ciudad Sagrada de los Incas.


Día 1: Machu Picchu, el "Cerro Viejo"
Cruzando el ingreso al santuario, comencé a subir junto con los demás turistas por el camino de piedras. Eran las 6:30 AM y los rayos del Sol todavía no alcanzaban la altura de los cerros que nos rodeaban. La gente estaba apurada por llegar. Hacia un lado vi un camino por el que no iba nadie y pensé que talvez me llevaría a una vista de la ciudadela menos cargada de turistas. Decidí ir por allí.

Luego de veinte minutos de subida, las piedras empotradas en el cerro formaban una escalinata más empinada entre la densa vegetación. No sabía exactamente dónde estaba ni hacia dónde me dirigía. Los árboles tapaban la vista. Pensaba que talvez era mejor regresar, pero también quería saber qué había más arriba. ¡El bichito aventurero!

Tras una hora de agotadora subida ya no habían árboles. De pronto me encontré ante un paisaje abrumador. Había llegado a la cima (2,795 m.s.n.m.), justo cuando los primeros rayos del Sol comenzaban a caer sobre el cañón del río Urubamba. El espectacular paisaje me hizo olvidar el dolor de las piernas y la dificultad para respirar. Me acerqué al borde del precipicio y me senté sobre una roca. Jamás había presenciado tal belleza.

Machu Picchu al amanecer
Ciudadela de Picchu

Me quedé en la cima hasta las cuatro de la tarde, ya que quería aprovechar los efectos de la luz del Sol a medida que avanzara el día. De rato en rato aparecían turistas (no fueron más de doce). Se sorprendían que yo estuviese allí, me acompañaban un rato, conversábamos un poco y se iban. El último fue David Orr, un jóven arqueólogo irlandés, que me advirtió que a las cinco cerraban el complejo y que sería mejor bajar. Aquel día ya no pude ingresar a la ciudadela, pero me sentía tan "cargado de naturaleza", que estaba más que satisfecho por la jornada.

Mientras descendíamos David me explicaba que el cerro en el que nos encontrábamos se llamaba Machu Picchu y que la ciudadela, cuyo nombre original fue Picchu, fue construída en la cresta del cerro, y de ahí su nombre. Antes de despedirnos me contó sobre Putucusi y en ese instante el bichito aventurero me volvió a picar.

Día 2: Putucusi, la "Montaña Feliz"
Muy temprano seguí a pie la ruta del tren y a pocos minutos de Aguas Calientes, encontré un letrero que señalaba el acceso al cerro Putucusi. Ya habiendo iniciado el ascenso, me encontré rodeado por frondosa vegetación. El sendero estaba ensombrecido por los árboles y solo unos cuantos rayos de Sol lograban filtrarse.

Pensaba erróneamente que si había logrado llegar al pico más alto del santuario, éste sería más fácil. Sucede que fue la subida más difícil de todas, debido a que las paredes de la montaña son prácticamente verticales, con escaleras de madera en pendientes de 80 y 90 grados, otras metálicas enclavadas en la roca, incluso una escalera interminable (de casi 5 pisos de altura). Sufrí mucho más y a pesar que el recorrido fue de 1.5 Km, debo haber tardado casi dos horas en llegar a la cima (2,592 m.s.n.m.). Desde lo alto, el Putucusi me recompensó con un hermoso paisaje. Tal como dijo David, desde allí la ciudadela, vista lateralmente, tomaba la forma de ave.
Machu Picchu desde la cima del Putucusi

Lo que nunca entendí fue por qué la traducción de Putucusi es "Montaña Feliz". Con esa subida tan riesgosa y esa atroz bajada, debería llamarse "Montaña de la Muerte" o algo así. Hace unos días rescataron a un turista noruego que cayó diez metros subiendo una de las escalinatas. Gracias a Dios, logré bajar la montaña sin problemas y de regreso a Aguas Calientes, por la ruta del tren, me encontré con David que se iba caminando hacia un poblado vecino. Me preguntó:
- ¿Qué tal la subida?
- Muy dura - le respondí.
- Te falta el Huayna Picchu, ¿verdad?
- Sí... ¡el Huayna Picchu!

Día 3: Huayna Picchu, el "Cerro Joven"

Con frío y un poco de sueño me encontraba en el extremo norte de la ciudadela de Picchu, esperando junto a otros 399 turistas, a que sean las siete de la mañana, para poder iniciar la subida al cerro más conocido (y fotogénico) del santuario. Aunque el clima no era del todo propicio (una tímida lluvia caía sobre nosotros y eso significaba que el camino podría ponerse resbaloso), todos esperábamos ansiosamente que abrieran el portón de madera. Mientras esperaba podía oir los distintos dialectos de turistas provenientes de todas partes del mundo. Algo así debió haber sido la Torre de Babel... pensaba. Abrieron el portón de madera. En estricto orden, firmamos el libro de visitas y empezó el ascenso.


Al inicio el trayecto estaba rodeado de árboles y la típica vegetación de ceja de Selva. A medida que nos acercábamos a la pared del Huayna Picchu, ya se divisaba la escalera de piedra que deberíamos subir para llegar a la ansiada cima. El cielo seguía nublado y eso me tenía preocupado, ya que quería mis tomas iluminadas por la luz directa del Sol. Tal como temía, varios tramos de la subida estaban resbalosos, por la lluvia. Había que pisar firme antes de subir al siguiente peldaño. A cuarenta minutos pude fotear al Putucusi. No se veía tan peligroso desde allí.

Tras una hora y media de subida, cansado y emocionado a la vez, llegué por fin a la cima (2,667 m.s.n.m.). Se marcaba un hito en mi vida. Un reto personal. Me sentía parte de esa foto clásica de Machu Picchu con el cerro Huayna Picchu detrás. Y parado allí en la cumbre, sobre la gran roca, me sentía capaz de lograr cualquier cosa, y a su vez, me sentía el hombre más solitario de la Tierra.



Cerro Machu Picchu y ciudadela

¿Qué es lo que se pierde al cruzar una frontera?
Esa misma tarde, sentado en el bus de regreso a Aguas Calientes, rodeado de las gigantescas formaciones rocosas que forman el cañón del Río Urubamba, me sentía extraño. En mi mente, revivía esos tres increibles días en el santuario, las personas que pude conocer, la belleza del paisaje andino. Me sentía triste por dejar todo aquello. Sin embargo, ya me sentía emocionado por mi siguiente destino: el altiplano.

Recordé el relato de Lucía Severino de su viaje a Machu Picchu y pude entender, finalmente, la frase del Che Guevara extraída de sus Diarios: "¿Qué es lo que se pierde al cruzar una frontera?, cada momento parece partido en dos, melancolía por lo que queda atrás y por otro lado, todo el entusiasmo por entrar en tierras nuevas".

Atardecer en Machu Picchu

Nota: Este relato forma parte de un viaje por el sur del Perú realizado en Julio del 2007. Otros post relacionados: Buscando Tiahuanaco,  Inolvidable Amantaní y Aventura en las faldas del Ampay

Comentarios

E.M.López dijo…
¡Que hermoso lugar!
Siempre soñé con ir allí, quizá algún día pueda permitirme hacer ese sueño realidad.
Gracias por compartir esas fotos y esta información tan espectaculares.

Besos y abrazos desde la otra bitácora.
Yani dijo…
Ahhhhhh que fotos mas hermosas, que bien por ti Gali!! Estuve ahí en Junio y fui muy feliz también.

Saludos especiales!!

Yani
C. W. Karl dijo…
Que tal Galileus, Machu Pichu es una ciudad arqueológica que me encantaría conocer, al tratarse de una obra magnífica de ingeniería realizada hace varios siglos con el esfuerzo que ello representó para sus diseñadores y constructores.

Un abrazo!
C. W. Karl
niklaüss dijo…
Guau Galileus, qué fotos! Excelente relato además. Yo tuve la suerte de poder viajar ultimamente a varios lugares, y de todos, el que más extraño y al que más quiero volver es ahí mismo, donde tanto misterio hay.

Un saludo grande amigo!
Fantastico, unos paisajes verdaderamente maravillosos. Que envidia amigo de poder visitar esos lugares.
Un abrazo
Juan Arellano dijo…
Y pensar q perdi mis rollos con las fotos d la primera vez q estuve en Machu Picchu, la segunda fui inopinadamente y no lleve cámara, la tercera... ya para q contar...
Inner Sanctum dijo…
Viendo tus fotos y la narración de las mismas.... me ha dado ganas de viajar alli. ¡Un día lo haré!. Me ha parecido muy bonito e interesante.

b*
que precioso lugar, parece un sueño, que bonito!sientes como que una paz interior,como si todas las cosas de repente dejaran de tener importancia para solo contemplar y respirar la vida , gracias por los comentarios en mi blog tu sabes lo bien que me hacen en estos momentos saber que alguien te diga una palabra , gracias ...ok?
Natasha dijo…
Galileus, no hacia falta que me dijeras nada, tu sola presencia es suficiente para darme un poco de consuelo. Infinitas gracias

Besos desde mis tinieblas
Anónimo dijo…
Hola viajero, estoy fascinada con tus fotos, encontrè tu blog luego de colocar en el buscador de google mi nombre, jajaja y ahi estabas citando la misma frase que yo citè del Che Guevara en mi diario de Machu Picchu...que bueno que hayas leido mi relato!!!...el tuyo esta que es un delicia y las fotos preciosasss....un abrazo viajero!!!...nos vemos en el camino.
Anónimo dijo…
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Anónimo dijo…
Hola Galileus. Me llamo Inma y voy a ir a Perú en Septiembre. Estoy indecisa de si subir al cerro macchu picchu o al huayana picchu. ¿Podría subir a los dos en el mismo día con la entrada del Huayana Picchu? ¿Cuál me recomendarías si tengo que escoger entre uno de los dos?
Galileus dijo…
Qué tal, Inma. Un gusto poder compartirte mi experiencia. Ahora existen tickets (entradas) para (a) Ciudadela de Machu Picchu; (b) Ciudadela de Machu Picchu + Huayna Picchu; y (c) Ciudadela de Machu Picchu + Cerro Machu Picchu (revisa la página: http://www.machupicchu.gob.pe/).

Yo creo que no es posible, desde el punto de vista fisiológico, subir a ambas montañas en un mismo día, sobre todo, si no estás acostumbrada a las alturas.

Ahora, en el caso que tuvieras que escoger entre uno de los dos, yo escogería el Huayna Picchu, ya que es más emblemático y tiene ruinas tanto en la cima como detrás (OJO con esto último).

Espero haberte ayudado.

Saludos desde Lima.

Galileus



Antonio dijo…
Hermoso Machupiccchu como siempre, tu relato me hizo recordar mis dos viajes a la ciudadela, en la primera subi al Huayna Picchu, hermoso el paisaje, increible la experiencia, con decir que llegue gateando, literalmente, pero valio la pena. La segunda vez me toco subir a Machupicchu montaña, también alucinante la subida, la vista espectacular, aunque requiere mejor estado físico, incluso se puede ver el Salcantay. Finalmente aun me queda por conocer el Putucusi y el Templo de la Luna, son lugares pendientes que espero visitar. También recomiendo visitar la zona sur del Cusco, hay varios lugares arqueológicos pero no son muy concurridos por los turistas, la mayoría de los tours que ofrecen van al norte, pero son igual de hermosas, especialmente Tipon.

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